miércoles, 4 de julio de 2012

Luquin también festeja a su Mártir




El sábado 23 de junio Luquin se volcó con su paisano el Beato Justo Gil Pardo en la Misa de Acción de Gracias, presidida por el Arzobispo de Pamplona D. Francisco Pérez González. Entre los numerosos asistentes, el Abad emérito y dos benedictinos del monasterio de Leyre (donde vivió Fr. Pedro Gil Pardo, hermano del beato Justo); y dos Oblatos: Amador de Lucas y Eutimio González. Éste nos ha enviado una crónica del evento (pinchar más abajo). ¡Viva Navarra, madre generosa de misioneros y santos! Nuestra Congregación ha contado en sus filas con varios Misioneros Oblatos navarros. Aún sobreviven algunos,  como el P. Gregorio Iriarte. Pero hoy la gloria se la llevan los dos Mártires de "Tierra Estella", Gregorio Escobar y Justo Gil, por su reciente beatificación. Que ellos intercedan ante el Dueño de la mies para que su Navarra querida siga siendo fecunda en vocaciones.




Sábado, 23 de junio de 2012.


Llegamos pronto al pequeño pueblo de Luquin, en Navarra, donde nació en octubre de 1910  el  Beato Justo Gil Pardo, uno de nuestros mártires. Todo estaba preparado para la celebración de la eucaristía en honor del Beato.
Su sobrina, María José Gil, que siguió muy de cerca todo el proceso de la beatificación, comenzó a preparar esta fiesta apenas llegó la noticia de la beatificación.
Y eligió esta fecha, porque ese mismo día, 23 de junio, cumplía 92 años una hermana de Justo, presente, y en primera fila, en la celebración.
 Presidió la Celebración Mons. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela.
Uno de los muchos sobrinos del Beato, resumió, de modo claro y conciso, algunos de los rasgos más significativos del Justo Gil, desde su nacimiento, al lado de la iglesia en la que nos encontrábamos, así como la ilusión de su familia y de todo el pueblo por la próxima ordenación sacerdotal, que no llegó a realizarse, a causa del  martirio sufrido el 28 de noviembre de1936.  
Hizo también la presentación de todos los concelebrantes:

Juan Manuel Apesteguía, Abad emérito del Monasterio benedictino de Leyre,
José Antonio Pedro Arena, monje benedictino del monasterio de Leyre
Isaac Castejón, monje benedictino del monasterio de Leyre.
(El beato Justo  tenía un hermano; Pedro, monje benedictino en el monasterio de Leyre, que participó como valioso testigo en el proceso de beatificación y falleció pocos años después de terminado el proceso).
Amador de Lucas, O.M.I.
Eutimio González, O.M.I.
José Ignacio Hernández, Párroco de Luquin
José Antonio Goñi, delegado de Pastoral Litúrgica
Florentino Ezcurra (que ese mismo día firmaba un precioso artículo en el Diario de Navarra, sobre el Beato Justo).
Juan Zabala, sacerdote muy interesado siempre  en la beatificación de Justo.

Las voces del Coro Iglesia Parroquial de Luquin,  acompañados por el órgano y con el muy valioso refuerzo de algunos miembros y solistas del conocido Orfeón Donostiarra, dieron un tono de especial solemnidad a toda la celebración.

En la Homilía el Sr. Arzobispo, después de saludar y felicitar a los familiares, especialmente a la hermana del Beato Justo, a los concelebrantes  y a todo el pueblo de Luquin , respondió con claridad y emoción a la pregunta qué él mismo se formuló ¿Por qué fue mártir?

 Por el vivo y pleno testimonio de fe, de esperanza y caridad, las virtudes llamadas teologales que sintetizan el conjunto de toda vida cristiana.
 Con una breve alusión  a cada una de ellas fue conjugando con claridad contagiosa el testimonio del Beato Justo y la aplicación  a nuestra vida concreta de cada día. Destacó, por la emoción con que lo decía y el modo cercano y fraterno de dirigirse a quienes le escuchábamos, el hecho del perdón en el mártir, como supremo testimonio de caridad que también nosotros debemos imitar.

Fueron varios los familiares (en la familia fueron 11 hermanos) que participaron en las lecturas, peticiones y  presentación de ofrendas.
Hasta la ejecución de una breve pieza de guitarra que Ander Eugui Gil, sobrino nieto de Justo, dedicó con emoción a su tío bisabuelo.
La celebración litúrgica concluyó con la bendición de un cuadro, con la foto, bien retocada, del Beato Justo, preparado por una sobrina y colocado en un lugar destacado del templo parroquial.

María José Gil, la entusiasta organizadora del acto, que ya con motivo de la beatificación en Madrid supo interesar a familiares y extraños, a todo el pueblo, en la Causa de  su tío Justo, rebosaba satisfacción y alegría y supo transmitirla también a todos los presentes, con sus sentidas palabras de agradecimiento a todos.

Y justo es destacar, también aquí, las palabras de elogio y gratitud para los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, “que tanto bien han hecho y siguen haciendo en la Iglesia”,  tanto por parte del Sr. Arzobispo, en su homilía, como de los familiares de Justo, en la oración de los fieles y en las palabras de acción de gracias.

 A muy pocos metros de la iglesia parroquial y muy cerca de la casa natal del Beato Justo, continuó la fiesta, familiar y popular, de todo el pueblo en familia,
con sencilla y fraterna acogida a todos los que habíamos llegado de otros lugares, ofreciendo  con generosidad  y sobreabundancia, productos de la tierra y del sabio quehacer  de las amas de casa de Luquin.  

De todos y para todos: comida,  bebida, encuentro, conversación, fraternidad, cercanía. Y el manifestado proyecto de poner una placa conmemorativa en la casa natal del Beato Justo y la sugerencia, hecha allí mismo deseo popular, de que la plaza del Luquin ,- en ella estábamos- pueda llamarse pronto Plaza del Beato Justo Gil Pardo.   Eutimo González, o.m.i.




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