martes, 9 de octubre de 2012

Himno a la Virgen



El Beato Juan Antonio Pérez Mayo nació en Santa Marina del Rey (León) el 18 de noviembre de 1907. Hizo su primera oblación (profesión religiosa) el 15 de agosto de 1927. Acto seguido es enviado a Roma para cursar los estudios obteniendo el doctorado en filosofía y licenciatura en teología. Ordenado sacerdote, vuelve a España y, pese a su juventud, pronto ejercerá la docencia en Pozuelo como profesor de filosofía. Ya de niño, en su pueblo natal,  era “Tarsicio”, una asociación religiosa  que inculcaba la devoción a la Eucaristía y la práctica de la confesión y comunión frecuentes. Destacaba por su devoción a la Santísima Virgen, una de las características de la espiritualidad de los Misioneros Oblatos. ¡No en vano se denominan de María Inmaculada, y con sólo decir su nombra ya la proclaman, y la han de tener siempre por Madre, en sentir de S. Eugenio de Mazenod. Entre los escasos escritos que se conservan del P. Juan Antonio,  hemos encontrado la poesía que publicamos a continuación.
Prisionero en su propia casa con toda la comunidad oblata el 22 de julio de 1936, es martirizado dos días más tarde con el primer grupo de Oblatos. Tenía 29 años.


                                             Imno a la Virgen


Yo quisiera cantar, oh Madre mía,
Un canto que se oyera en tierra y cielo,
Un canto que sin sombras y sin velo
Dijera de tus hijos la alegría.
            Pues los tiernos amores que enajenan
De tus hijos las almas cariñosas,
Son el eco de las (almas) amorosas
Que Te cantan: y verte amada anhelan.
Recibe, benignísima María,
Alabanzas de júbilo y de gloria,
Alabanzas de dulce y fiel memoria
De los hijos que a verte irán un día...
            Ves, cual otra Susana, calumniada,
Pura, casta e inocente y perseguida,
Sois en cielos y tierra conocida,
Con el nombre de “Toda Inmaculada”.
Vos sois Débora intrépida, invencible,
Destructora de tropas infernales:
Alejad bondadosa nuestros males,
Pues sois vida y remedio indefectible.
            Vos Jahel, atrevida y vengadora,
Al Sisara infernal habéis hollado,
Vos habéis vuestro pueblo libertado,
Y él os canta por siempre: “Triunfadora”.
            Vos Judiht, la simpática guerrera,
De pureza y candor tan sólo armada,
A Holofernes maldito y su emboscada
Deshicisteis con su canalla fiera.
Vos Esther, graciosísima y hermosa,
De la justa venganza nos librasteis,
Vos las paces quebradas reanudasteis
Entre Dios y los hombres, cariñosa...
            Y los que así os cantamos, y amamos,
A vuestras plantas rendidos hoy día,
Esta plegaria de triste armonía,
Con esperanza anhelante elevamos:
            Protegednos en las lides de Satán,
Asistidnos en la hora de la muerte,
En el juicio salid Vos por nuestra suerte,
Y llevadnos de las almas al Imán.
            No ceséis, dulce madre, ni un instante,
de velar por los hijos desterrados,
Y mirad cariñosa a los cuitados
Que a Vos claman con voz queda, anhelante...

                                               Juan Antonio Pérez o.m.i.

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