sábado, 24 de septiembre de 2016

Mártires Oblatos, Boletín Nº 30


ANTE OTRA BEATIFICACIÓN  INMINENTE

El 11 de Diciembre de 2016 D.m.  tendrá lugar en Laos la beatificación de los 17 primeros mártires que dieron la vida por confesar su fe en Jesucristo, razón por la cual dedicamos. Este nuevo número del Boletín (que entra en imprenta) va dedicado a este evento



 NUEVOS MÁRTIRES OBLATOS SUBEN A LOS ALTARES


Por fin, y tras no pocas y serias dificultades, tendrá lugar la Beatificación de los primeros Testigos de la Fe de esa pequeña joven Iglesia de Laos. Suman 17 en total. Encabeza el grupo de esos Protomártires el P. José Thao Thiên, sacerdote diocesano, con 16 compañeros más: 11 religiosos (6 Misioneros Oblatos de María Inmaculada y 5 Misioneros de la Misiones Extranjeras de París) y 5 fieles laicos.
La Beatificación tendrá lugar, si Dios quiere y el Gobierno “popular” no lo impide, el 11 de Diciembre de 2016 en Vientiane, capital de Laos. Será presidida por el Cardenal Orlando Quevedo OMI, Arzobispo de Cotabato (Filipinas) en calidad de Delegado del Papa.
Queremos dejar constancia de la labor incansable de los dos Postuladores diocesanos: el P. Angelo Pelis OMI para la Causa del P. Mario Borzaga y su Catequista, y el P. Roland Jacques OMI  para la Causa de los 15 Mártires restantes. Para la fase apostólica, les acompañaban, como Postuladores generales, en Roma, primeramente el P. Joaquín Martínez Vega OMI y en la etapa final el P. Thomas Klosterkamp OMI.

“Durante mis años de estudiante (1954-1961), escribe el ex Postulador P. Joaquín Martínez, era frecuente que los misioneros Oblatos de paso por Roma vinieran a nuestro Escolasticado Internacional para hablarnos de su labor apostólica en sus respectivas misiones. Oportunidad única que nos
abría una ventana para asomarnos a los diversos campos de misión en los cinco Continentes. Entre ellos, pasaron varios Misioneros Oblatos de Laos. Con éstos siempre se respiraba un aire especial, un clima sobrenatural, al dejarnos entrever su celo apostólico en su ardua labor de primera evangelización, y sobre todo por el riesgo que corrían. El avance imparable de la guerrilla comunista del Pateth Lao, cuyos milicianos, enemigos declarados de la Iglesia, ponían en peligro su vida.     El P. Yves Bertrais, pionero entre los gmong, para cuyo idioma inventó la escritura, nos decía que, antes de recibir el bautismo, exigían a los catecúmenos estar dispuestos a afrontar el martirio. Esta situación de riesgo y la presencia allí de algunos condiscípulos míos, tales como Marcello Zago, Pierre Chevroulet, Ernest Dumond, Luigi Sion, Mario Bértoli… despertaron en mí una gran admiración y simpatía hacia esa misión oblata del Extremo Oriente.
Los comunistas, al arrebatar el poder, expulsaron del País a todos los religiosos extranjeros. De los Oblatos, sólo pudo quedar uno, Jean Khamse Vithavong OMI, actual obispo de Vientiane, po ser laosiano. Esto ocurría en 1975. Pero antes de esa fecha ya habían sido asesinado a 17 Mártires: un diocesano, cinco catequistas laicos, cinco Misioneros franceses del instituto Misiones Extranjeras de París y seis Oblatos de María Inmaculada”.   
Fueron los Oblatos quienes promovieron las Causas de Canonización de todos ellos. El proceso de Beatificación se ha concluido y finalmente nos avecinamos a la celebración. ¡A Dios sea la gloria!


El Padre Miguel Coquelet, o.m.i. 1931-1961
Testigo de Jesucristo en Laos, Martirizado el 20 de abril en Sop Xieng









Miguel Coquelet, 3º de los Mártires Oblatos de Laos, nació el 18 de agosto de 1931 en Wignehies, al Norte de Francia, en el seno de una modesta familia obrera, cristiana practicante. Era el tercero de seis hijos. Formaban una familia alegre y muy unida, como da prueba de ello la frecuente correspondencia mantenida con Miguel. Se conservan 228 cartas a los suyos, desde 1948 hasta su muerte. Cuando ésta le sorprendió aún no había cumplido los 30 años.
Gracias a un maestro que tuvo a Miguel como alumno de 1940 a 1942 se puede descubrir más íntimamente  el trabajo de la gracia en su corazón infantil, escribe:  “Michel Coquelet, mi brillante alumno, tan dulce y disciplinado, demasiado juicioso… Este niño estaba ya pletórico de misticismo. Alumno demasiado perfecto, un enigma para mí; pero su compromiso al servicio de Dios y de los hombres no me sorprendió en absoluto. Cada mañana Michel, monaguillo modelo,  ayudaba a misa con fervor. El catecismo lo impartía don Jacques Barenton, un sacerdote modelo.  Este hombre arriesgó su vida por auxiliar a un anciano víctima de los nazis. En 1940 se entregó a la Gestapo para reemplazar a su anciano párroco que había sido herido gravemente. Se llevaron a los dos. Jacques Barenton murió en un campo de concentración”. Según este maestro, estas dos figuras heroicas de sacerdotes jugaron un papel central en la juventud del futuro misionero.
Pese a la dureza de la vida y las privaciones de los años de guerra, la familia Coquelet optó por dar a Miguel una educación cristiana de verdad. En 1942 entra, interno, en el Colegio católico  de Saint Grégoire de Pithiviers, a 20 km de su casa. Será en ese contexto donde se va a precisar en el corazón de Miguel el deseo de seguir a aquellos dos sacerdotes, testigos de la caridad, que le habían impactado durante los años de su permanencia en Puiseaux.

La larga preparación de un misionero

Con el bachillerato terminado y un informe elogioso, Miguel Coquelet entra en el noviciado de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada en La Brosse-Montceaux (Seine-et-Marne). Uno de sus compañeros, después de muchos años, lo recuerda así: “Conocí a Miguel en el noviciado. Era al mismo tiempo discreto, alegre, con mucho humor. Era un hermano serio, amable y fraterno. Generoso de verdad  y lleno de fe”.
En septiembre de 1949, después de hacer los votos religiosos, Miguel es enviado con sus con-novicios al nuevo escolasticado de los Oblatos, la abadía de Solignac en Haute-Vienne. Allí cursa los estudios de filosofía y teología, y, con una vida espiritual y comunitaria intensa, se prepara para el proyecto que había elegido: ser sacerdote y ejercer el ministerio sacerdotal como religioso misionero.
Miguel permanecerá en Solignac hasta su salida para Laos en 1957, exceptuando los dieciocho meses de mili. El servicio militar obligatorio no fue un tiempo totalmente perdido. Miguel descubre por vez primera las tierras lejanas: da “clases” en Argel. Lo destinan a la enfermería. Esa tarea lo marca fuertemente pero, pese a haber solicitado destino en el hospital, lo envían como meteorólogo a un oasis en la frontera del Sahara.
De regreso a Solignac, Miguel reanuda sus estudios y la vida de futuro misionero. Pero ha traído de Argelia una verdadera pasión por el cuidado de los enfermos, a los que se entregará a tope. Efectivamente, el superior del escolasticado escribe: “Enfermero jefe, Miguel se entrega a esa tarea con una gran caridad, espíritu sobrenatural y mucha discreción. Es competente en ese campo”. Y añade que eso lo ejerce “siempre en la obediencia y la regularidad: ¡no se aprovecha nunca de su cargo para saltarse el reglamento!”
El 29 de junio de 1954 Miguel hizo su oblación perpetua como Oblato de María Inmaculada. El 19 de febrero de 1956 es ordenado sacerdote. Durante los días de la preparación a su ordenación, Miguel, según la costumbre, había escrito al Superior general de los Oblatos para pedir la obediencia:
“¡Estoy dispuesto a ir a las Misiones, y especialmente a la Misión de Laos! Abrigo este deseo desde el noviciado, donde recuerdo que me impresionó fuertemente una conferencia del Padre Louis Morin, quien murió después allá víctima del tifus… Ponía un acento tal al hablarnos de su ‘pobre Misión de Laos’ que  yo me sentí dispuesto a seguirlo. Este pensamiento me ha ayudado en mi vida de trabajo y de oración durante el escolasticado”.
El 25 de enero de 1957 recibe su obediencia. Miguel parte rumbo a Laos, donde lo acogerán en Vientiane el 1º de abril de 1957.

Misionero en Laos

En torno a Pascua de 1957 ya está manos a la obra. Sus escasos cuatro años de vida misionera en Laos dejaron pocas huellas para la historia. A finales de 1958, durante el retiro anual, Miguel recibe la obediencia para la misión de Xieng Khouang, la misma en la que el Padre Louis Morin había sido pionero.
Una foto en la portada de la revista Pôle et Tropiques lo presenta saliendo para su aldea de San Tôm, descalzo, con sombrero montañés, amplia sonrisa, tirando de su caballo de carga. Un pobre poblado es el que le ha tocado en suerte, aldea de neófitos kmhmu’ cuya instrucción se había podido seguir con regularidad.
Las reflexiones de Miguel sobre esto, anotadas en el diario de la misión, dejaban patente sus sufrimientos de misionero, pero también su gran espíritu de fe, con ese tinte de humor, que era uno de los rasgos interesantes de su carácter. Él simplemente está ahí; se hace todo a todos.

Ir a los más pobres y el martirio: anhelo del misionero

El Padre Joseph Pillain, o.m.i., que fue misionero en Laos durante más de doce años, nos da un testimonio más general referente a Miguel y a algunos misioneros más: “Todos eran misioneros admirables, dispuesto a cualquier sacrificio, viviendo pobremente, en una entrega sin límites. En aquella época tempestuosa teníamos todos, en mayor  o menor grado, el deseo del martirio, de dar nuestra vida por Cristo. No teníamos miedo de arriesgar nuestra vida y de aventurarnos en las zonas consideradas peligrosas. El equipo misionero de Laos estaba profundamente hermanado entre sí, y muy unidos a su obispo. Todos teníamos el anhelo de ir a los más pobres, visitar las aldeas, curar a los enfermos, y, sobre todo, anunciar el Evangelio”.
Miguel no descarga el peso de sus dificultades sobre aquellos a quienes está encargado de evangelizar. Un testigo de aquella época, que era entonces un niño en una aldea kmhm’ a quien ayudaba el Padre Coquelet, lo retrata así: “Nos enseñaba el catecismo. Después nos daba caramelos. Le ayudábamos en el huerto o  acarreando agua. Vivía en la iglesia pues no disponía más que de un solo edificio dividido en dos: de un lado la iglesia, en el otro la vivienda del Padre. Recuerdo que recorría el pueblo rezando, con el libro. Tenía una sotana negra y un crucifijo grande. Al verlo, la gente quedaba tranquila: había expulsado los malos espíritus. Era tranquilo, no era exigente ni gritaba como otros Padres. Prestaba fácilmente su caballo”.
Otro testigo evoca, con una mirada luminosa, al sacerdote muy querido de su infancia, y relata una pequeña anécdota que retrata muy bien el carácter de este hombre: “Cuando yo era muy pequeño, el Padre Coquelet venía a mi pueblo y se hospedaba en nuestra casa. Los domingos venía a celebrar la misa. Me acuerdo muy bien. No había ningún camino para llegar al pueblo, venía con el caballo. Hablaba kmhmu’.  Después de misa nos daba caramelos. Un día, cuando yo tendría unos cinco años, me habían picado los insectos en el pie y no podía caminar. Yo miraba sus sandalias y me las dio. Se marchó descalzo”.
En 1961 el Padre Michel Coquelet residía en Phôn Pheng, pueblo cristiano a trasmano, en la provincia de Xieng Khouang. Se ocupaba de un sector muy vasto al pie de la imponente montaña de Phou Xao. Según un testimonio, los Padres habían sido denunciados como espías por los habitantes de las aldeas no cristianas, por envidia, al constatar el progreso realizado por la influencia de la misión. Como el resto de los misioneros de la región, el Padre Coquelet llevaba entonces barba para ser identificado como misionero y no como un americano.

Seguir a Cristo hasta el final

El 16 de abril de 1961 Miguel celebra el 2º Domingo de Pascua con su comunidad cristiana. El lunes 17 sale para hacer una gira: lo llamaron para atender a un herido en Ban Nam Pan. El jueves 20 de abril tenía que regresar a casa, en bici. Aún ignoraba lo que le había ocurrido dos días antes a su compañero y amigo el P. Luis Leroy, en otro sector de aquella misma región. Algunos testimonios nos permiten precisar los acontecimientos que rodean esa salida. He aquí el primero:
“Mi padre estaba gravemente herido en una pierna; le había disparado la guerrilla. Llamamos al P. Coquelet, que vino para curarlo. En mi pueblo no había ni iglesia ni residencia para el sacerdote; así pues se hospedó en nuestra casa y quedó allí algunos días. Pero la herida de mi padre era muy grave y tuvo que ser operado después. Mientras estaba en nuestra casa vino a llamarlo el catequista de Houey Nhèng: otro enfermo lo necesitaba con urgencia. Inmediatamente el Padre Coquelet agarró su bici para ir a su casa. Dos o tres días más tarde volvieron, insistiendo que tenían verdadera necesidad de él con toda urgencia. Así pues salió de nuestra casa pero ¡no llegó allá! La gente de mi pueblo comenzaron a buscarlo por todas partes sin encontrar rastro de él. Después alguien declaró que había visto a unos soldados entre Nam Pane y Houey Nhèng que agarraron su bici y la cargaron en un camión militar. Se excavó en el lugar indicado y Boun Ma golpeó con su azada la cabeza del Padre”.
Un segundo testigo que se informó por su cuenta, relata el diálogo decisivo. No lejos de Xieng Khong Miguel fue arrestado por la guerrilla. Los soldados le decían: “Tu superior te manda que regreses a Xieng Khouang”.  Miguel replica: “No es verdad. Mi superior me lo hubiera dicho de otro modo, pues hay mucha gente que va y viene a Xieng Khouang”. Entonces los soldados lo llevaron a la antigua carretera francesa en dirección a Ban Sop Xieng. Un poco separado de la carretera, le mandan que excave su tumba. Miguel lanza a lo lejos una llamada. Por Cristo, por los laosianos, muere de pie, sin miedo. El Padre Miguel Coquelet fue asesinado sin proceso alguno, sin piedad. Reiteramos: aún no tenía 30 años. Desde entonces su sangre fecunda la tierra laosiana.
Algunos años después, al leer el diario («Codex historicus») de la estación misionera de Sam Tôm, escrito por el propio Miguel los años 1958-1959, el P. Jean Subra, su compañero, escribe:
“Con emoción, una emoción profunda, he comprendido por ese texto la dureza del apostolado que Miguel Coquelet experimentó en Sam Tôm, por muchos meses,  hasta dos meses antes del sacrificio de su vida, aceptándolo todo generosamente para ‘permanecer in situ’, al lado de los kmhmu’ que se le habían confiado. Si algún día alguien  quiere demostrar cómo un misionero oblato ha sido un apóstol como Dios manda, que lea ese Codex historicus. Yo no salgo de mi admiración,  maravillado del espíritu de servicio de Miguel a favor de esos kmhmu’”. (Extractos de la semblanza que el P. Roland Jacques presentó, en francés, a la Cogregación de las Causas de los Santos (Vaticano) en la "Positio" de 1700 páginas. Traducción y badatación del P. Joaquín Martínez Vega).



El P. Coquelet partiendo a visitar las aldeas

Carta del P. Coquelet  al P. Léo Deschâtelets, o.m.i., Superior general de los Misioneros Oblatos

Muy Reverendo y queridísimo Padre,  
«Studiis absolutis, Superiori generali singuli præsto erunt. [Al terminar los estudios, todo Oblato se pondrá a disposición del Superior general.]» Después de haber leído y releído este artículo de nuestras Santas Reglas, tomo la pluma para escribirle, no una “petición” de obediencia, sino el ofrecimiento de mí mismo al servicio del Dueño de la Mies, en el campo que usted tenga a bien designarme.
Yo me hubiera contentado con repetirle la antigua fórmula: «Ecce ego, mitte me! [¡Aquí me tiene, mándeme!]» Pero me temo que esta indiferencia le parezca falta de entusiasmo para los diferentes ministerios de la Congregación. Por otra parte yo sé que usted quiere conocer las aspiraciones que el Buen Dios suscita en nuestro corazón, y, sobre todo, que usted manda a las Misiones sólo a los voluntarios. Entonces, es esto lo que yo le diré sencillamente: ¡yo me presento voluntario para las Misiones, y de manera especial para la Misión de Laos!
Quiero decir que tengo este deseo desde el noviciado, donde, recuerdo, me impresionó muchísimo una conferencia del Padre Morin, que después murió allí de tifus. Irradiaba de ese Padre un no sé qué de sobrenatural, y ponía tal énfasis cuando nos hablaba de su “pobre Misión” de Laos, tan a tono con la Congregación, que yo me sentí dispuesto a seguirlo. ¿Entusiasmo efímero de juventud? Puede ser; pero debía haber algo más, puesto que eso perdura aún, después de siete años, y esta idea me ha ayudado mucho en el escolasticado tanto en mi vida de trabajo como en la oración.
Yo le manifiesto esto en total sumisión, contento de someterme a su decisión, porque me sería difícil –siendo cada uno un mal juez en su propia causa-, discernir entre la naturaleza y la Gracia. Ahora pido a Dios en la oración que me dé la gracia de estar dispuesto a aceptar su decisión sea cual fuere, conforme o  no con mis aspiraciones, por el sólo móvil de obediencia a lo que Él quiera.
Solignac, el uno de Octubre de 1956,                                               Michel Coquelet o.m.i.



LISTA DE LOS 17 PRIMEROS TESTIGOS DE LA FE EN LA IGLESIA DE LAOS



1. El Padre José Thao Tiến que nació el 5.12.1918 en Muang Xôi (Houaphan), sacerdote diocesano thaï-deng del Vicariato Apostólico de Thanh Hóa, muerto el 2.06.1954 en Ban Talang, vicariato de Vientiane.
2. El Padre Jean-Baptiste Malo, m.e.p. que nació el 2.06.1899 en La Grigonnais, diócesis de Nantes (Francia) sacerdote de las Misiones Extrajeras de París en China y en Laos, muerto el 28.03.1954 en Yên Hi (Vũ Quang, Hà Tĩnh), dioc. de Vinh (Viêt-nam).
3. El  P. René Dubroux, m.e.p., nació el 28.11.1914 en Haroué, diócesis de Nancy (Francia), sacerdote diocesano de Saint-Dié (Francia) y después, de las Misiones Extranjeras de París, muerto el 19.12.1959 en Palay, vicariato de Paksé.
4. El catequista hmong Shiong Tho [Thoj Xyooj, Khamsè] Pablo, nacido en 1941 en Kiukatiam (Louang Prabang), muerto el 1.05.1960 en Muang Kasy (hoy Provincia de Vientiane), vicariato de Louang Prabang.
5. El Padre Mario Borzaga, o.m.i. que nació el 27.08.1932 en Trento (Italia), Misionero Oblato de María Inmaculada, muerto el 1.05.1960 en Muang Kasy (ahora Provincia de Vientiane), vicariato de Louang Prabang.
6. El Padre Louis Leroy, o.m.i., nació el 8.10.1923 en Ducey, diócesis de Coutances (Francia), Misionero Oblato de María Inmaculada, muerto el 18.04.1961 en Ban Pha (Xieng Khouang), vicariato de Vientiane.
7. El Padre Michel Coquelet, o.m.i., nació el 18.08.1931 en Wignehies, diócesis de Cambrai (Francia), Misionero Oblato de María Inmaculada, muerto el 20.04.1961 en Sop Xieng, vicariato de Vientiane.
8. El catequista Joseph Outhay Phongphumi, viudo, nació en 1933 à Kham Koem, diócesis de Thare & Nongseng (Thaïlandia), muerto el 27.04.1961 en Phalane (Savannakhet), vic. de Savannakhet.
9. El Padre Noël Tenaud, m.e.p., nació el 11.11.1904 en Rocheservière, diócesis de Luçon (Francia), sacerdote de la Misiones Extranjeras de París
en Siam y en Laos,, muerto el 27.4.1961 en Phalane, vic. de Savannakhet.
10. El Padre Vincent L’Hénoret, o.m.i., nació el 12.03.1921 en Pont l’Abbé, diócesis de Quimper (Francia), Misionero Oblato de María Inmaculada, muerto el 11.05.1961 en Ban Ban / Muang Kham (Xieng Khouang), vic. Vientiane.
11. El Padre Marcel Denis, m.e.p., nació el 7.08.1919 en Alençon, diócesis de Séez (Francia), sacerdote de las Misiones Extrajeras de París, muerto el 31.07.1961 en Kham Hè (Gnommalath, Khammouane), vic. Savannakhet.
12. El Padre Jean Wauthier, o.m.i., nació el 22.03.1926 en Forniés, diócesis de Cambrai (Francia), Misionero Oblato de María Inmaculada, muerto el 16.12.1967 en Ban Na (Xieng Khouang), vicariato de Vientiane.
13. El alumno catequista lavên Thomas Khampheuane Inthirath, nació en mayo de 1952 en Nong Sim (Champassak), vicariato de Paksé, muerto el 12.05.1968 en Paksong (Champassak), vicariato de Paksé.
14. El Padre Lucien Galan, m.e.p., nació el 9.12.1921 en Golinhac, diócesis de Rodez (Francia), sacerdote de las Misiones Extranjeras de París en China y Laos, muerto el 12.05.1968 en Paksong (Champassak), vic. de Paksé.
15. El Padre Joseph Boissel, o.m.i., nació el 20.12.1909 en Loroux, archidiócesis de Rennes (Francia),, Misionero Oblato de María Inmaculada, muerto el 5.07.1969 en Hat I-Et (Bolikhamsay), vicariato de Vientiane.
16.El catequista kmhmu’ Luc Sy, padre de familia, nacióen 1938 en Ban Pa Hôk / Kung Hrông Tnéc (Xieng Khouang), muerto el 7.03.1970 en Dène Din (Prov. de Vientiane), vicariato de Vientiane.
17. El saravat Maisam ‘Kèo’ Pho Inpèng, laico kmhmu’, padre de familia , nació hacia 1934 cerca de Sam Neua (Houaphan), muerto el 7.03.1970 en Dène Din (Prov. de Vientiane), vicariato de Vientiane.


 En la foto,  los 6 Mártires OMI. De izquierda a derecha:  Juan Wauthier, Luis Roy, Miguel Coquelet, Vicente L’Hénoret, José Boissel y Mario Borzaga



AVISO IMPORTANTE 

Para los lectores lectores de este Blog y para los "Amigos de los Mátires Obatos" en general:
Este Boletín informativo se edita, no ya en Roma, sino en Madrid, y siempre cargo del P. Joaquín Martínez Vega; pero se distribuye impreso desde la "Casa Martirial" (Misioneros Oblatos de María Inmaculada - Avda, Juan Pablo II nº 45 - 28224 Pozeulo de Alarcón - Tel. 91 3523416- email P. David Muñoz Medina: dav.m.medina@gmail.com). 
Interesados en recibirlo, gratis, dirigirse preferentemente a ese Oblatos y a esta última dirección. Muchas gracias por su interés.